Como es tradicional, en el vestíbulo del Museo Regional de Querétaro se exhibirá el Altar de Dolores a partir de este viernes 27 al domingo 29 de marzo. A partir de las 4:00 pm se repartirá la tradicional agua de chía.

Como cada año, el viernes anterior a la Semana Mayor, en varios de los museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se instala el Altar de Dolores, los estados donde está más arraigada ésta tradición son San Luis Potosí, Jalisco y Querétaro.

La Semana Santa conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, por lo que es una de las fiestas religiosas más importantes celebradas en México. Este día evoca los sufrimientos de la Madre de Cristo en la pasión y muerte de su hijo.

Se le llamó la Señora de los Siete Dolores dado que María pasó por siete sufrimientos distintos: el primero fue la profecía del anciano Simeón, quien la llamó Madre de los Dolores al anunciarle que una daga le atravesaría el corazón, el segundo fue la angustia que padeció en la huida y permanencia en Egipto, el tercero cuando se perdió Jesús niño en el templo, el cuarto cuando encontró a su hijo llevando la cruz a cuestas, el quinto cuando lo asistió en la agonía, el sexto fue cuando recibió en sus brazos el cuerpo de su hijo muerto y, por último, el séptimo dolor fue la sepultura de Jesús.

En el centro y occidente de la Nueva España, esta devoción se remonta al siglo XVII, primeramente se celebraba en los templos, acompañada con música y cantos como el Stabat Mater de Rossini, posteriormente se extiende a las casas particulares y lugares públicos. En los hogares se levantaban altares con imágenes de la Virgen Dolorosa, con la característica de tener atravesado el corazón por uno o siete puñales la cual podía estar representada en litografías, pinturas en óleo, sobre vidrio o lámina, según la posibilidad económica de la familia. Estás imágenes invitaban a la meditación, la contemplación y la oración.

Estos altares eran visitados por vecinos y familiares que al terminar la visita, hacían la obligada pregunta: ¿Aquí lloró la Virgen? Así los anfitriones en respuesta obsequiaban aguas frescas de sabores. Esta tradición tomó una particularidad en el Museo Regional con el Prof. Loarca, que mezclo el agua de naranja agria, sembrada en sus patios, con vino tinto y chía, para deleite de sus visitantes, misma que hasta la fecha se ofrece.

Basado en datos recopilados por algunos historiadores, en Querétaro los preparativos se llevaban a cabo con semanas de anticipación, se preparaba el trigo haciéndolo germinar en recipientes de distintas formas y tamaños: Corazones, estrellas, triángulos o simplemente en latas de sardinas, el trigo germinaba en pleno sol o en la oscuridad y sus tonos variaban desde un verde bandera hasta un amarillo limón, para adquirir las distintas tonalidades de verdes, que darían color al altar de la virgen, así la semilla después de haber muerto germinaba para multiplicar sus frutos el cual representa el cuerpo de Cristo hecho pan.

El Altar de Dolores está formado por una estructura piramidal, a semejanza de la escalera con que fue bajado el Redentor, y es presidido por una Dolorosa. Tradicionalmente, el altar se debe elaborar en tres niveles recordando las tres caídas de Cristo en el Vía Crucis. Esto puede variar dependiendo de la región; en algunos lugares se colocan siete niveles en recuerdo de los dolores de María.

Los colores predominantes en el altar son el morado y el negro, pues estas tonalidades simbolizan penitencia y luto para la Iglesia. En los altares tradicionales se acostumbra sembrar en pequeñas macetas semillas como cebada, chía, alpiste, trigo o amaranto semanas antes del montaje, para que las plantas recién nacidas formen parte del altar. De igual forma se colocan cirios en grandes candeleros.

El agua de colores, con sabores de jamaica, tamarindo horchata y de chía, representa las lágrimas de la Virgen derramadas en la pasión. Las naranjas agrias, adornadas con banderitas de papel picado, señalan el triunfo de Jesús sobre la muerte y el pecado, y con sus festivos colores mitigan los sufrimientos de María.

Las flores y aves canoras simbolizan la solidaridad y el consuelo que los fieles brindan a la Virgen Dolorosa. Las velas ejemplifican la luz que representa Cristo, el que ilumina el camino. Estas velas se suelen poner detrás de las aguas para que al encenderse creen un efecto de luz de colores. Esta iluminación le ganó a los Altares de Dolores ser conocidos en el siglo XIX como “incendios”, por la luminosidad que despedían. En el suelo se hacen caminos hechos de yerbas olorosas o aserrín pintado para hacer menos penoso el camino de María al acompañar al Señor en su calvario.

Para los queretanos la cuaresma era de riguroso encierro, no dándose fiestas, bailes, paseos o diversiones, si la figura de la Virgen era de bulto las señoras y señoritas de la casa le confeccionaban una túnica o manto elaborado según la condición económica, ya sea en sencillas o finas telas y bordadas con ricos hilos, también confeccionaban un pañuelo que limpiaría las lágrimas de la virgen y que llevaría entre sus manos.

Al terminar de montar el altar y al comenzar a ocultarse el sol, se encendían las velas y toda la familia rezaba oraciones a la Virgen. Posteriormente, se abrían las puertas de la casa para dar paso a los visitantes, que musitaban una breve pero fervorosa plegaria ante el altar, a veces se complementaban con un fondo musical de cuerda o piano.

Los altares de Dolores al disminuir la tradición de ponerse en casas y sólo perdurar en las iglesias, se pasaron a los museos, donde comenzaron a verse como objetos de arte y no de adoración, pero con la misma justificación de conservar los elementos históricos y tradicionales del país, que al final tiene como propósito un recinto de este orden. Varios artistas han interpretado su propia versión de esta tradición católica, en la cual deja en evidencia el sufrimiento de la Virgen por su hijo; y simplemente adaptándolo a una sociedad moderna, con nuevas complicaciones, pero buscando conservar sus costumbres. Esta tradición, que busca acompañar a la Madre de Jesús en su sufrimiento durante el calvario, es una celebración digna de apreciarse.

Es por ello que el Museo Regional de Querétaro cada año levanta su Altar de Dolores, donde se incluyen piezas de la colección del museo para adornarlo y tiende hermoso papel picado en tono morado sobre el Altar. Los esperamos este Viernes de Dolores en el Museo, en donde los visitantes podrán refrescarse con un buen vaso de agua de chía si hacen la pregunta correcta:

¿Aquí lloró la Virgen? Pues en el Museo Regional…