Este jueves se cumple una semana de que inició el proceso electoral en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) para la sucesión en la Rectoría para la gestión 2024-2027.

Los candidatos y candidatas ya andan de gira en los distintos campus y unidades académicas para compartir sus cartas fuertes y convencer al electorado (alumnos, docentes y administrativos) de tener las mejores propuestas.

Sin embargo, una de las jugadas maestras en todo proceso electoral es la guerra sucia, en la que los seguidores de los propios aspirantes sacan a relucir lo peor uno de otro para intentar matar la imagen de sus adversarios, lo que vira la atención a los «trapitos sucios» y no a las propuestas para mejorar las condiciones de la universidad (que vaya que han venido en picada).

A la UAQ le urge renovarse, le urgen ideas nuevas, está ávida de refrescar trámites, planes de estudio, instalaciones y lo que menos necesita en momentos como este, es confundir al alumnado y al personal académico y administrativo que recién comenzaba a conocer los proyectos de cada aspirante.

No se vale que se aproveche el nombre de la universidad para politizar un proceso que debiera ser 100 por ciento interno y académico. No se vale que sean los estudiantes y personal docente y laboral quien pague los platos rotos de la guerra sucia que se ha gestado a una semana de iniciado el proceso porque lo que necesitan ver son ideas y no agarrones a bastonazos.

Que les recuerden a los candidatos y candidatas que todavía les quedan 15 días de campaña y que mientras no se enfoquen en lo verdaderamente importante, en buscar lo mejor para la Universidad, llevan la de perder muy anticipadamente.

Y de bote pronto, tampoco le caería mal un recordatorio a la Rectora, Teresa García Gasca, de no intervenir ni para bien ni para mal, pues aunque declaró que no hablaría del proceso electoral para que fuera un proceso limpio y transparente, más de uno se ha dado cuenta que los llamados que hace en redes sociales no son precisamente de un actor imparcial.